
Una llamada de un amigo, buena compañía y a Madrid que nos fuimos a ver a uno de los grandes grandísimos de Blues-Rock del bueno.
Nunca había estado en la sala Joy Eslava, pero no me resultó extraña: el ambiente era ideal, el aforo abundante e interesante -padres con sus hijos, pijas, abuelos del Rock, señoras con abanicos...-, gente con ganas de puro espectáculo musical -pues nuestro artista no es que moviera mucho las caderas al estilo Beyoncé, aunque sí que hubo fuegos de artificio en sus guitarras-, y unas ganas enormes de presenciar la música de un mito viviente: Johnny Winter.
Y digo unas ganas enormes porque no todos los días se tiene la posibilidad de disfrutar de un clásico de semejante calibre -nos hemos perdido a tantos y tantos artistas que hay que aprovechar cada oportunidad, no dejar pasar ni una-.
A Winter parece que le gusta este país y tiene unas cuantas fechas en las que podemos escuchar su Blues, donde hace un recorrido a su dilatada carrera. En este verano ha fijado unos cuantos bolos por ciudades como Bilbao, Madrid, Córdoba, Valladolid o Barcelona y ya van siendo unos cuantos años los que se lleva pasando por aquí...
Y que no pare la racha.
Nunca había estado en la sala Joy Eslava, pero no me resultó extraña: el ambiente era ideal, el aforo abundante e interesante -padres con sus hijos, pijas, abuelos del Rock, señoras con abanicos...-, gente con ganas de puro espectáculo musical -pues nuestro artista no es que moviera mucho las caderas al estilo Beyoncé, aunque sí que hubo fuegos de artificio en sus guitarras-, y unas ganas enormes de presenciar la música de un mito viviente: Johnny Winter.
Y digo unas ganas enormes porque no todos los días se tiene la posibilidad de disfrutar de un clásico de semejante calibre -nos hemos perdido a tantos y tantos artistas que hay que aprovechar cada oportunidad, no dejar pasar ni una-.
A Winter parece que le gusta este país y tiene unas cuantas fechas en las que podemos escuchar su Blues, donde hace un recorrido a su dilatada carrera. En este verano ha fijado unos cuantos bolos por ciudades como Bilbao, Madrid, Córdoba, Valladolid o Barcelona y ya van siendo unos cuantos años los que se lleva pasando por aquí...
Y que no pare la racha.

Al acabar el concierto nos dirijimos al técnico para pedirle ver el track list. Amablemente nos dejó hacerle la foto, pero sin perder de vista el folio, porque según nos contó ya le habían mangado varias listas de canciones -hay gente rara en todos lados-. La historia es que todavía no puedo poner el listado de canciones aquí porque el móvil lo tengo temporalmente fuera de servicio.
Una pena, pero cuando lo tenga se podrá ver claramente que Johnny no vino a la capital a pasearse de forma autocomplaciente -incluso creía que se iba a marcar alguna acústica de tranqui, pero qué equivocado estaba-, si no a arrollarnos con su visceral forma de tocar, con su demoledor Blues y con los clásicos reinterpretados de su ya vasto repertorio como esos "Mojo Blues", "Good Morning Little Schoolgirl" -una de mis canciones favoritas de siempre desde que la escuché por primera vez con los Dead- o la brutal muestra slide del "Highway 61 Revisited" de Dylan, tema donde la banda brilló especialmente por su solidez, precisión, contundencia y con el que cerraron el concierto de forma magistral y abrupta.
¿Para qué seguir hablando cuando se puede escuchar?:
Vídeo grabado por uno de los asistentes al concierto. En Youtube creo que tiene más y se le puede comentar y agradecer.
Cuando empezó a sonar "The End" de los Doors vimos que ya no habría bises ni nada más. Salimos de allí comentando las mejores jugadas, con la impresión de haber visto algo grande y a la vez con ganas de algo más, de más y más clásicos -podrían haber caído "Be Careful With A Fool", "Mean Town Blues", "Black Cat Bone"...- Supongo que esto suele pasar cuando tienes delante a un tío con tanto fondo, y que a no ser que sea Springsteen, que se tira 3 horazas de concierto, pues como que te sabe a poco, pero muy bueno todo eso sí.
Es cierto que la mayoría de la gente ha destacado sus más que evidentes achaques y problemas físicos, pero si nos ponemos a pensar caemos en la cuenta que Johnny Winter incluso cuando era joven nunca fue precisamente un toro o un roble, que las drogas nunca son buenas y que además son 66 tacos -como nuestros abuelos más o menos, vaya- los que luce su melena. Por lo tanto, que Johnny siga con ganas de subirse al escenario, tocar y darnos a conocer su arte es algo muy de agradecer en estos tiempos.
En fin, que el lunes pasó todo lo dicho sobre Johnny: está hecho polvo, tocó sentado, a duras penas puede andar y ver, salió de la Joy Eslava asistido, literalmente en volandas... Pero mientras tuvo su guitarra y especialmente su Gibson Firebird, fue durante una hora y pico el amo del Blues-Rock, todo un titán.
